El Pinocho de Guillermo del Toro ha ganado este domingo el Oscar a mejor película de animación. El director mexicano obtiene de esta forma la tercera estatuilla de su trayectoria. Lo hace con lo que él mismo ha llamado una de sus obras más personales que, a pesar de estar basado en un clásico literario que sitúa en la era del fascismo, le ha permitido profundizar en algunos de los temas que ha tocado en sus películas, como la relación de padres con los hijos. Después de haberse hecho un nombre en Hollywood como el maestro de los monstruos, el cineasta se consagra gracias a la marioneta de madera más famosa del cine.
La cinta, que dirige junto a Mark Gustafson, está realizada en stop motion, que permite simular el movimiento de las figuras gracias a una fotografía cuadro por cuadro. Es la misma técnica con la que el cineasta experimentó en sus primeros cortometrajes. De hecho, pensó hacer su primer largometraje de esta forma, con personajes de arcilla y plastilina.
Del Toro ya tenía una larga experiencia en el campo, donde había apostado por otras técnicas. Es productor y director de las series Trollhunters y Cuentos de Arcadia para el estudio Dreamworks. Sus palabras hicieron mucho eco entre quienes se dedican a la animación. A finales de febrero ganó el Annie, considerado el Oscar de la disciplina. “Puedo decir que deseaba mucho este maldito premio. ¡Es el más bello del mundo!”, dijo en la ceremonia organizada por la Asociación Internacional de Cine de Animación. “Pinocho fue hecha por artistas, y los animadores fueron tratados como el elenco y no técnicos”, añadió después de llevarse el gran premio de la noche, lo que aumentó las posibilidades de triunfo esta noche del domingo.
Esta era la sexta nominación para Del Toro, uno de los tres amigos mexicanos. Su primera aparición en los reconocimientos más famosos de Hollywood fue en 2006, cuando fue nominado por el libreto de El laberinto del fauno, que inauguró una trilogía sobre la guerra que Pinocho clausura ahora.
