La reciente nacionalización de Exportadora de Sal S. A. (ESSA) ha generado un debate intenso en Baja California Sur. La adquisición del 49% de las acciones que pertenecían al consorcio japonés Mitsubishi, por un monto de 1,500 millones de pesos, ha sido celebrada por algunos como un triunfo del nacionalismo económico. Sin embargo, la medida también ha despertado preocupaciones sobre la capacidad del gobierno para gestionar una empresa que enfrenta serios desafíos financieros y operativos.
El impacto de la nacionalización en la comercialización internacional
ESSA, la mayor salinera del mundo con una producción anual de 8 millones de toneladas, enfrenta actualmente dificultades significativas en la comercialización de su producto. Hasta hace poco, esta tarea era responsabilidad de Mitsubishi, una empresa con amplia experiencia en el mercado internacional. La nacionalización, sin embargo, ha dejado a ESSA sin el apoyo estratégico del consorcio japonés, lo que ha derivado en la acumulación de más de 3.5 millones de toneladas de sal en los puertos de El Chaparrito e Isla de Cedros.
Esta acumulación no solo pone en riesgo las finanzas de ESSA, sino que también genera incertidumbre entre los trabajadores y las empresas que dependen de sus operaciones. Un empleado de ESSA, que prefirió mantenerse en el anonimato, reveló que en el puerto Chaparrito, donde se carga la sal en barcazas, no se ha trabajado los domingos durante más de dos meses. Solo en las últimas dos semanas se ha implementado un turno dominical con el objetivo de reducir el excedente de sal.
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