Campeche registró el Producto Interno Bruto (PIB) más bajo del país, una señal preocupante de que el crecimiento económico no siempre se traduce en desarrollo para la población. A pesar del protagonismo nacional que ha mantenido por años en la industria energética, la entidad enfrenta un rezago estructural que limita las oportunidades para la mayoría de sus habitantes.
Aun con su destacado aporte del 80% en la producción petrolera de México durante 2024, la riqueza generada por este sector no ha impulsado de manera significativa otros pilares económicos. Sectores como el comercio, la agricultura, el turismo y los servicios han tenido un desempeño negativo, dejando en evidencia la falta de articulación entre la extracción de recursos y la economía local.
En respuesta a esta brecha, el Gobierno estatal ha apostado por nuevos proyectos, como la instalación del primer Polo de Bienestar en Seybaplaya, una iniciativa presentada durante la conferencia presidencial como un intento de reactivar la economía de forma más equilibrada. La propuesta busca diversificar las actividades productivas y generar empleos fuera del sector energético.
Expertos advierten que Campeche ejemplifica la llamada “maldición de los recursos”, un fenómeno donde la abundancia de materias primas convive con bajos niveles de desarrollo. La dependencia del petróleo, sin estrategias de redistribución ni impulso a otros sectores, ha dejado al estado atrapado en un modelo poco sostenible.
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